El sueco Robin Soderling, nacido en Tibro el 14 de agosto de 1984, implacable pegador, un tenista que tenía por lastre soportar todo el peso del tenis sueco, que no es poco precisamente, con apenas tres títulos en su haber (todos en pista cubierta) se plantó en la edición de Roland Garros 2009 como uno más del cuadro. Un jugador con poco bagaje sobre polvo de ladrillo y en grandes torneos en general. Venía en buena forma sí, pero nadie en su sano juicio se aventuraba a apostar a que el escandinavo fuera a plantarse en la finalísima del 8 de junio.
El hecho es que así fue, derrotando previamente al rey de París, Rafa Nadal, pero no pudiendo con el rey de reyes Roger Federer en el último partido. A partir de entonces se vio a otro jugador, ganador, con mordiente y los resultados fueron llegando. Pero tras acabar 2009 y su participación en la Copa de Maestros había una pregunta en el aire: ¿Cuánto durará este tenista en la élite mundial? ¿Será digno sucesor de los grandes del tenis sueco como Borg, Wilander, Edberg y compañía?
El curso tenístico que acabamos de cerrar ha respondido afirmativamente a estas dos preguntas (sobre todo a la primera, siendo la segunda un tanto excesiva de momento). Robin Soderling, bajo la sabia batuta de un gran ex tenista sueco, no tan rimbombante como otros pero con una final de Roland Garros en su haber, ha sabido llevar por el buen camino al de Tibro y consolidarle como un serio aspirante a ganar grand slams. Magnus Norman, que perdió la final en París del año 2000 ante el brasiñeño Gustavo Kuerten (tricampeón del evento) estuvo con Soderling en la final de 2009 y consiguió el hito de repetir en este 2010. La temporada hasta finales de mayo había sido buena, algún título que otro en la saca como Rotterdam y haciendo final en Barcelona y semis en Miami.
Pero el fiasco sufrido en el Abierto de Australia a principios de año no acaba de disiparse. Estaba por ver si en los momentos por los cuales los grandes del tenis lo son Soderling confirmaba lo visto en 2009. No se vislumbraba con claridad que el sueco pudiera ser una alternativa a Nadal o a Federer en la tierra parisina. Pero de nuevo, la Torre Eiffel, los Campos Elíseos o la misma pista central de Roland Garros, la Philippe Chatrier, le sirvió de enorme inspiración firmando una gran actuación que le volvió a conducir al último partido del torneo. Esta vez la historia fue un poco al revés aunque con mismo resultado: destronó a Federer sí, pero ante un Nadal con hambre feroz por volver a mandar en su territorio, se disolvió como un azucarillo.
En cualquier caso, Soderling había demostrado gran madurez tenística y sus actuaciones en los dos Grand Slams siguientes (Wimbledon y el Abierto de los Estados Unidos) corroboraron su estabilidad entre los mejores. Incluso fue un paso más allá y alzó al final de la temporada su título más preciado, el Masters 1.000 de París-Bercy, prolongando su auténtico idilio con la ciudad del Sena, y esta vez sin pillar a nadie desprevenido. Su actuación en las Finales ATP de Londres no fue lo más espectacular del año, quedándose apeado en la liguilla.
Un jugador como él, en su madurez y plenitud tenística, 26 años, que no solo ha llegado a los partidos soñados por todo el que empuñe una raqueta, sino que ha repetido, está completamente capacitado, preparado y mentalizado para poner su nombre en letras de oro en alguno de los cuatro 'majors' del tenis en 2011.
Rubén Pérez Serrano
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