martes, 23 de noviembre de 2010

Coser y cantar para Federer


Triunfo demasiado plácido para el suizo. Acelerado, descentrado y rendido a las primeras de cambio, Murray siempre fue remando a contracorriente en un encuentro que se llevo Federer sin dar la impresión de desplegar su mejor repertorio. Tan sólo dio señales dignas de vida el escocés en la recta final del duelo, demasiado tarde para citarse con Roger Federer.
El suizo se adjudicó justamente la primera manga. Tan sólo en el último juego, con 5-4, vio peligrar su saque con un 0-30. Volteó el marcador gracias a su primer servicio. La clave del set fue la intensidad inicial de Federer, la regularidad en el saque de este y del otro bando, las dudas de Murray. Nunca cómodo, siempre a remolque. Se esperaba algo más de él. También cometió el doble de errores no forzados, un pecado si enfrente tienes al maestro suizo. Ganó con autoridad, con su juego elegante, elitista y presentando su candidatura al torneo al confirmar su gran momento de forma. A pesar de ello, quedó la sensación de que se llevó el encuentro sin sudar, ni siquiera al 50%. Dato que asusta.
La inercia continuó en el segundo parcial. Roger se adueñó de los dos primeros servicios de Murray y se puso arriba 4-0. Fue una losa para el escocés, especialmente descentrado en esta manga: sin confianza, errático en el resto y desquiciado en las subidas a la red. Un milagro para meterse en el encuentro, que tampoco divisó esperanza con su saque ganado, el 4-1. Le costó llevárselo, tras varias bolas que desperdició Federer para romperle de nuevo el servicio. Le daba como vergüenza adjudicarse el set en blanco al suizo. Ahí llegó la mejor cara del partido de Murray, con algo más de carácter y entrega. Pero sólo valió para establecer el 5-2.
El encuentro se cerró con Federer reinando sobre el O2 Arena, aprovechando la primera bola de match ball. Con dos victorias en el bolsillo, el suizo se las verá con Soderling. Al término de este encuentro, el número uno del mundo, Rafael Nadal, recibió el trofeo a la deportividad.
Juan Tapiador

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