El tenista serbio Novak Djokovic ha conquistado el Abierto de
Australia, primer Grand Slam del año, tras imponerse claramente en la final al
británico Andy Murray 6-4, 6-2 y 6-3, en un encuentro dominado de principio a
fin por el número tres del mundo.
Su victoria se escribe desde la garra y el talento, sin duda el
mejor durante estas dos semanas en Melbourne. Djokovic conquista su
segundo grande y lo vuelve a hacer en Australia, pues ya ganó aquí en 2008 con
Tsonga como enemigo.
Su primer juego, en blanco, no tuvo nada que ver con lo que vino
a continuación. Hubo máximo respeto en el primer set, alargado hasta los 59
minutos, con intercambio en los errores y sin apenas opciones de rotura. Cuando
se le presentó la oportunidad, con 5-4 y 15-40 a su favor después del mejor
punto del partido, Djokovic dispuso de su
primera bola de 'break' y la convirtió gracias a un error del británico, para
adjudicarse la primera manga con por un claro 6-4.
En el segundo parcial, el
serbio puso la directa y
en un abrir y cerrar de ojos estiró el marcador hasta el 5-0. El británico sumaba fallos desde el fondo de la pista y con su
saque, cometiendo numerosos errores no forzados y jugando muchos de sus puntos
con segundo servicio, lo que al serbio de daba aún mas comodidad y seguridad en la
pista. Así fue como Nole sacó una ventaja de 5-0. Algunas dudas en el
cierre del parcial, tuvo set point para 6-0, con segundo servicio de
Murray donde el serbio tiro la bola fuera, preso de los nervios y las ganas de
cerrar el set, por lo que no aprovechó esa ventaja para llevarse la
segunda manga con un 0 en el marcador de su rival. El balcánico estaba más relajado y confiado y cierto
relajamiento, le permitieron al escocés maquillar el resultado 6-2.
Nole no concedió
espacio para la sorpresa, pese a un exceso de confianza que le impidió cerrar
la final en menos tiempo. Murray empezó el tercer set con un formidable passing shot que le procuraba una rotura de
servicio inicial, pero perdió los tres juegos siguientes, el último con
Djokovic devolviéndole la moneda al embocar otro gran passing al revés
(3-1). Murray tiró de casta e intentó luchar hasta el final (3-3), pero su
mal estado físico y el dominio incontestable que llegaba del otro lado de la
pista le impidieron plantar más batalla. En cuanto volvió a pisar el
acelerador, Djokovic encadenó otra racha de tres juegos y rozó el cielo. Alzó los brazos, golpeó su pecho como acostumbra, recordó que es
más serbio que nadie y confirma su intención de revertir el futuro.
Sandra Sanz Haya
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